domingo, 8 de septiembre de 2019

Eliminatoria de Copa: Atleti - Barcelona 94/95

Que el Atlético de Madrid es un equipo revienta guiones es un hecho indiscutible, capaz de lo mejor y de lo peor, pero hubo una eliminatoria de Copa del Rey que en surrealismo y bizarrismo quedaría descartada como argumento de novela de Stephen King.

Retrocedemos a febrero del 95. Venimos de firmar una temporada liguera previa muy May-Day y en esta nueva campaña el rumbo sigue por los mismos derroteros. Desastroso arranque liguero, sin jugar competición europea y en la Copa nos queda el único "caramelo".

Por mor de la no clasificación europea hemos tenido que disputar dos eliminatorias previas. El bombo ha sido caprichoso y nos ha emparejado con equipos canarios, a los que en la Caldera se les dedicará un cariñoso "adiós, africano adiós".

En la tercera ronda entran en liza todos los equipos y sin apenas segundas los chollos se han terminado. Y zas, la primera en la frente: nos toca el Barça de Cruyff, su primera temporada post Dream Team, una sombra de lo que fueron, pero parten como claros favoritos.

La década de los 90 deparó unos Atleti-Barça absolutamente destroyer y este duelo será fiel a esa tradición.

Empieza adelantándose el Barça con gol de Abelardo pero minutos más tarde Caminero ejecuta una genialidad y consigue penalti y expulsión de Lopetegui, siempre presente su poder gafador en el gafe minuto 13. Simeone lo transforma y nos queda un Nou Camp que se convierte en una autopista alemana de libre velocidad en la que los indios masacran a los culés.

Estos duelos eran tan singulares que delanteros negados al gol tenían su inspiración en este partido concreto. Si en la anterior campaña fue Kosecki en este encuentro el Tren Valencia va a mostrar una pegada poderosa. El marcador final es de 1-4 y parece que el pase a cuartos, con el camino limpio de grandes, es un hecho.

Pero si un equipo del planeta es capaz de complicarse con una eliminatoria de 1-4 en la ida es el Atleti. La vuelta acontece una semana después y parto al Calderón con unos amigos. Lo que presenciamos es un partido de fútbol de psiquiátrico.


Stoichkov, con cantos de sirena para que se venga a nuestro club, nos vuelve a acribillar. Se producen nada menos que 4 penaltis, ellos anotan los suyos, nosotros erramos ambos, a Simeone se le sale el hombro y es sustituido, Caminero vuelve a marcar contra su equipo talismán, y finalmente cuando queda media hora de eliminatoria nos encontramos con el siguiente panorama: 1-3 y con un jugador menos, de modo que si el Barça vuelve a marcar nos iremos a la prórroga en inferioridad numérica. Abel termina siendo expulsado y terminamos jugando en 9 contra 11 en un contexto en el que un gol del Barça habría sido de oro porque la prórroga con 2 futbolistas menos no se habría aguantado.

Achicando más agua que en el Titanic se consigue el pase a la siguiente ronda, juro no haber resoplado tanto de alivio en mi vida ante lo que podía haber sido.

Pese a la pintada de cara por parte culé la Caldera rebosa de felicidad. En el metro, de los botes que se pegan, el vagón da la sensación de llegar a inclinarse; en las portadas de la prensa deportiva asomará un Abel emulando a Rocky que reclama a su añorada Adrian. Lo que iba a ser puro trámite se convirtió en una pesadilla con final feliz.

Se puede superar en sufrimiento un 1-4 en una ida?

Miguel Gonzalez
Twitter: @gzlz11
Autor del "Anuario de un Doblete"



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