sábado, 20 de mayo de 2017

Mis recuerdos del Calderón

Por Francisco Leal


Ahora que el Atleti está a punto de vivir uno de esos cambios que marcan el final de una época y el inicio de otra pasando del viejo Vicente Calderón al Nuevo Metropolitano, son muchos los recuerdos que rememoramos los atléticos. Lo primero que nos viene a la cabeza son los momentos felices que allí hemos vivido, algunos de ellos bien recientes, dado que el club de nuestros amores atraviesa en la actualidad una de las épocas más brillantes de su historia.

Pero un cambio de casa nos permite también evocar tiempos pasados, en ocasiones pretéritos, asociados a nuestros recuerdos de la infancia, al inicio de nuestra pasión rojiblanca y a las personas que nos transmitieron los valores del Atleti. Mi primer recuerdo del estadio del Manzanares (que así se llamaba entonces) coincide con una de mis primeras visitas a Madrid. Aún perviven en mi memoria aquellos enormes vagones del metro (con los años su tamaño se redujo, o quizá el mío aumentó) y la impresión que me produjo entrar al Calderón de la mano de mi abuelo y notar aquel olor a césped en aquel enorme coliseo en el que semana tras semana Luis Aragonés, Gárate o Ufarte deleitaban a la parroquia.


Aquello fue en marzo del 70 y el rival era el Pontevedra.  Al llegar a casa, mi abuela me preguntó por la experiencia. Mi respuesta de chico aplicado fue inmediata: “hemos ganado dos a cero”. Su reacción, no menos inmediata, quedó para siempre en mi memoria: “¿Sólo…?”.

Después vinieron las colecciones de cromos, las alineaciones aprendidas a fuerza de ver partidos, aquellos “RodriMeloJayoCalleja” y “UfarteLuisGárateIruretayAlberto”, aquellos años juveniles de socio en el (entonces ya sí) Vicente Calderón, los partidos de las cuatro y media de la tarde, aquel personaje que subía y bajaba las escaleras al grito de “copadeeeeecoñac”, las carreras melena al viento del “ratón” Ayala o aquel inolvidable debut de Pereira y Leivinha contra el Salamanca en el 75 y también, cómo no, aquel lejano callejón en el que el tío Manolo aparcaba indefectiblemente su coche cada semana.


Cada uno de nosotros guardamos, como nuestro más íntimo patrimonio, esos recuerdos que explican lo que somos y nos transportan en el tiempo. Pero hay que volver a lo de hoy, a vivir un presente esperanzador en el que los éxitos deportivos son compatibles con los valores del esfuerzo, el inconformismo, el trabajo, la rebeldía. El nuevo estadio supondrá sin duda una magnífica oportunidad de crecimiento deportivo, social y de eso que hoy llamamos “la marca”, pero en nuestra memoria quedará para siempre ese lugar a orillas del Manzanares donde hemos disfrutado algunas de nuestras mayores alegrías (algunas notables decepciones también hemos sufrido, pero esas quedan selectiva y convenientemente apartadas en estos momentos en que recapitulamos nuestra Historia).

Aún no nos hemos ido y ya lo añoramos. Y es que, como decía Sabina, “Paseo de los Melancólicos, Manzanares… cuánto te quiero”.


Francisco Leal Palazón
Socio de @BenditalocuraAt 

2 comentarios:

  1. Muchas gracias Paco para todos estos días son muy especiales pero algunos de vosotros lo hicisteis desde muy pequeños pues vivías cerca del Calderón. Grandes años sin duda que siempre recordaremos. Aupa ATLETI SIEMPRE

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  2. Que mochila mas llena de grandes y buenos recuerdos. Toda una vida.

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