Por Vicente Magro
Sabemos que somos diferentes del resto de
aficionados de clubes deportivos. Y lo sabemos porque no ha sido fácil
atravesar la andadura del desierto que nos ha tocado pasar hasta que el Cholo
Simeone regresó a la estructura del atlético de Madrid. Porque no ha sido fácil
estar en segunda división. Y pese a ello llenábamos el estadio del Vicente
Calderón para apoyar a aquel equipo donde empezaba a despuntar el Niño Torres y
que aspiraba a regresar a nuestro sitio con aquella imagen de Kiko en el
infierno y del Mono Burgos saliendo de una alcantarilla.
Desde aquella época hasta ahora en la que estamos jugando rondas finales de Champions League como quien cose un botón de una camisa, ha pasado tiempo. Justo el mismo en el que Simeone implementó en nuestro equipo el lema de "Nunca dejes de creer", que ha impregnado camisetas, banderas y se ha insertado en el ADN del ser atlético.
Desde aquella época hasta ahora en la que estamos jugando rondas finales de Champions League como quien cose un botón de una camisa, ha pasado tiempo. Justo el mismo en el que Simeone implementó en nuestro equipo el lema de "Nunca dejes de creer", que ha impregnado camisetas, banderas y se ha insertado en el ADN del ser atlético.
Hoy se nos conoce en todo el mundo como el equipo del partido a partido, como el equipo que no se rinde, como si fuéramos esos 300 espartanos que no tenían miedo a nadie. Y también porque nos hemos metido entre Madrid y Barça rompiendo esa rivalidad entre ellos, moleste a quien moleste. Se acabo la liga de dos. Y se acabo la Champions de los poderosos.
Molestamos en un universo de dinero y de poder establecido, pero por nuestro trabajo y esfuerzo, por nuestra fe en la victoria y porque sabemos que el trabajo nos lleva a aquella. Sin que tengamos ayudas. Sin que nuestro presupuesto sea como el de otros que reciben mucho más dinero, pero administrándolo de otra manera con una excelente capacidad de gestión. Nuestro Atleti ha sabido ensamblar la parte administrativa con la deportiva. Y ahí está la clave del éxito. Mezclar deporte y despachos y hacerlo desde la humildad del buen hacer. Desde la profesionalidad y honradez que supone ser del Atlético de Madrid. Y desde el cambio que nos ha devuelto la sonrisa después de un largo túnel. Sin embargo, cuando estuvimos en el infierno seguíamos poniéndonos nuestra camiseta rojiblanca porque la llevamos bien dentro y porque nos sentimos diferentes y estamos orgullosos de ello. ¡Forza Atleti!
Vicente Magro Servet
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