Por Julio Orozco
Hola amigos rojiblancos.
Una de las pretensiones de este blog es saber lo más posible de éste
nuestro club "único" y creo que nosotros como jugadores podemos
aportar algo diferente.
Lo primero que quiero decir, es que estoy enormemente
agradecido por haber nacido con ese “don” para jugar al fútbol, porque yo soy
de los que piensan que el futbolista nace y después se perfecciona, ahora más
que antes, ya que ahora hay escuelas de fútbol desde los 4 años. Precisamente
el pasado jueves coincidí con Manolo Clares en Gandía porque celebraron el 50
aniversario de la inauguración del campo de equipo local, llamado
"Guillermo Olagüe", donde jugamos los dos, y me dijo que ahora, lo
que hacía era enseñar a niños de 4 años.
¿Por qué creo que el jugador nace? Sencillamente por mi
experiencia. Yo soy de un pueblo de Toledo, Yuncler, de apenas 2000 habitantes.
Jugaba con mis amigos en las calles y más tarde en el recreo del colegio de los
escolapios de Getafe. Nunca nadie me dijo cómo tenía que dar al balón ni como
saltar ni como desmarcarme, ni había tanta TV para fijarte. Pues bien, en la
temporada 64/65, con 16 años (ahora algunos niños de esa edad llevan ya diez
entrenando), hicieron un equipo de juveniles en mi pueblo y jugué 6 partidos; sólo 6 partidos porque
inmediatamente se presentaron los ojeadores del Atleti y del Madrid para que me
fuera con ellos. Los dos me hicieron la prueba, los dos pujaron, y YO DECIDÍ
ATLÉTICO DE MADRID. Con eso quiero decir que a mí no me enseñó nadie hasta ese
momento. Después sí, entrenas, perfeccionas el toque, la técnica, coges
fuerza...
Una vez dada mi opinión (que quizá algunos no compartáis)
contaré algunas cosillas que son parte de lo he que vivido y disfrutado con el
fútbol y con el club.
Llegué al Atlético de Madrid en el año 1964, año en que
también llegó gente tan importante como D. Vicente Calderón, el Dr. Enrique
Ibañez, Luis Aragonés, Armando Ufarte, Ruiz Sosa, Colo…. pasé de estar jugando
con 50 al mismo tiempo en un pequeño campo del colegio, a una semana después
jugar en el Metropolitano, ante la gente que unos días antes admiraba. Tenía en
frente a Griffa, que me dabas unos “tarantanes” que para qué, pero era
inmensamente feliz, allí estaban Madinabeytia, Calleja, Collar, Ramiro,
Adelardo, Ufarte, Luis, Mendoza... y yo allí con sólo 16 años.
El primer partido que vi en el Metropolitano no pudo ser más
especial, hasta tal punto que los aficionados saltaron al campo para sacar en
hombros a Mendoza, después de haber hecho un espectáculo de partido y de goles.
Seguro que muchos lo recordáis o lo sabéis, porque hace ya 53 años.
También puedo alardear de haber jugado el último partido en
el Metropolitano, en mi última temporada de juvenil. Y unos meses después, de haber
hecho de conejillo de indias inaugurando las luces del Calderón con el equipo
amateur.
La nota "negativa", es que no tuve suerte en mis 5
años en el primer equipo, primero porque coincidí en el equipo con D. EULOGIO
GÁRATE (difícil quitarle el puesto a alguien de su calidad), y segundo, más en
en serio, porque tuve tres lesiones importantes de 4, 8 y 10 meses, lo que hizo
que solo tuviera dos temporadas sin lesiones en las que jugué con bastante
regularidad, incluso estando Gárate. Fueron las temporadas 70/71 y 71/72.
Pero, a pesar de ese corto periodo en la vida del club, tuve la suerte de pasar a la historia por haber marcado el gol 2.000 del Atleti en liga y por haber marcado 4 goles precisamente en el partido 1.000 del equipo también en liga. Por cierto, como curiosidad, el gol 1.000 (que marcó Escudero) y el 2.000 (que marqué yo) fueron en el mismo campo (Balaidos), contra el mismo equipo (Celta de Vigo) y con el mismo resultado: 3-2 en contra.
Como imaginaréis son muchas las anécdotas en la vida de un
futbolista. En este momento se me ocurre contar una de esas que pasan en los
vestuarios. Tres días antes del partido de vuelta de los octavos de final de la
Copa de Europa 70-71 (contra el Cagliari) jugábamos contra el Real Madrid en
liga. En el primer tiempo perdíamos 0-2 y, en el vestuario, Marcel Domingo me
dijo "sal ahí y si ganamos el partido, el miércoles juegas contra el
Cagliari". Sólo conseguimos empatar 2-2, así que el partido de octavos lo
viví desde el banquillo y curiosamente no hizo ningún cambio.
No puedo ni quiero dejar de hacer mención a los años de vida
que di a mi padre por llegar a jugar en nuestro Atlético. Cuando él tenía 45
años y yo 18, le detectaron un cáncer. Yo siempre he creído que los 30 años que
siguió disfrutando de esta vida, fue gracias a esa "medicina de
ilusión" que tuvo con mi carrera deportiva.
Ahora que se cierra nuestro estadio sólo puedo decir de él que, como jugador, es la casa donde fui feliz cumpliendo mis sueños y, como
aficionado, es la casa donde cada domingo junto a mis hijos y mis nietos soy
feliz soñando.
Mi más sincero reconocimiento a esta Bendita Locura y al
Chat que la precedió.
Un abrazo para todos y NUNCA DEJÉIS DE CREER.
Julio Orozco Martín
Jugador del Atlético de Madrid 1968-73
Muy bueno, gracias
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