domingo, 25 de noviembre de 2018

Los Automatismos y los Autómatas

       




Vivimos en la era de las tecnologías rodeados de todo tipo de utensilios y artefactos que han entrado a formar parte de nuestras vidas sin vuelta atrás. Teóricamente son para intentar hacernos la vida más fácil: - sensores que automáticamente ordenan a las puertas que se abren ante ti, - escaleras que se suben y bajan sin dar un paso, - móviles que reconocen tu voz y sin pulsar te hacen una llamada o te indican como llegar a una dirección, - ordenadores que ejecutan de forma automatizada accesos a las cuentas bancarias y nos permiten mover fondos estando en la playa o en medio de la montaña.

Estos son algunos ejemplos, aunque son tantos que la lista de automatismos sería infinita, uno de los que más simpático me resulta es el robot aspirador que es tan “inteligente” que cuando se agota su batería, después de hacer su trabajo, el solo vuelve a su fuente de alimentación, recupera su posición. 


Precisamente sobre eso, de recuperar la posición en el campo era de lo que quería escribir en esta entrada en nuestro blog. Se han impuesto en el fútbol moderno los automatismos, cada vez a los futbolistas le dejan menos margen a la improvisación, sobre todo en los aspectos defensivos y de ocupación de los espacios. El equipo que quiera competir en ligas de primer nivel o en competiciones internacionales deben de funcionar como una máquina,  como ese robot aspirador, sobre todo cuando el equipo pierde la posesión del balón, el jugador está obligado a recuperar su posición anterior, según el esquema táctico que el entrenador haya dibujado en el vestuario, cada vez es menor el espacio a la improvisación y cada vez es mayor la rigidez de la disciplina de equipo, sabiendo que el repliegue debe hacerse ordenadamente, sin producir espacios que permitan al rival aproximarse con comodidad a nuestra área.

           
  Esta automatización no es solo en jugadas defensivas, también se ve con claridad en las jugadas de ataque a balón parado, que se preparan con minuciosidad en el laboratorio de los entrenamientos. Escuché a un entrenador profesional decir que llegaban a tener preparadas hasta 60 jugadas distintas entre faltas directas o indirectas, córner y hasta saques de banda, obligando al jugador a memorizarlas para que con una indicación desde la banda poder ejecutar una u otra en función de la situación del partido o incluso de las características del rival. 

              Todo esto hace que los partidos cada vez se parecen más entre si y los equipos también, de alguna manera los jugadores se están haciendo más autómatas, se están aproximando en sus movimientos a las maquinas programadas para actuar de una manera determinada. Es cierto que en ataque a los jugadores más ofensivos y creativos se les permite una cierta libertad de movimientos, pero siempre con la mirada puesta en la retaguardia, son excepciones contadas aquellos los jugadores a los que su entrenador les exime de la obligación de presionar en la salida del balón del contrario., cada vez más vemos Griezmann, Messi presionar al contrario para robar el balón.

              Cada vez el jugador es más autómata, es más robótico, pero como es humano comete errores y de esos errores en muchos casos vienen los goles, que son la savia del futbol, el fluido vital que nos emociona y que trasforma los estadios en gigantescas agrupaciones de voces que retumban con fuerza y la trasmiten a esos autómatas hasta hacerles volver a su condición más humana. 



Igual que me emociona ver una bandera con nuestros colores, leer un artículo sobre nuestros jugadores, escuchar el himno de mi ATLETI, los aficionados no somos autómatas, no estamos obligados a aplicar automatismos en nuestros sentimientos rojiblancos, pero es cierto que hay un mecanismo automático interior emocional que se dispara en el momento que hablo, veo, o leo algo sobre el ATLETI. Mis sensores lo detectan y segregan endorfinas que me proporcionan felicidad. Por eso soy del ATLETI. 

Juan José Bolufer
Socio @benditalocuraatleti

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