miércoles, 6 de febrero de 2019

Isacio Calleja, el gran capitán

Estimados amigos atléticos:


Con profundo dolor leo en Marca la noticia del fallecimiento de Calleja, ex número 3 y ex capitán del Atleti. De su carrera deportiva no voy a hablaros. Para eso están Marca, As y otros medios deportivos, aunque sí os anticipo que en el año 1964 ya iba a ver al Atleti al desaparecido Metropolitano, que quedaba en lo que es hoy la calle Beatriz de Bobadilla casi esquina con la Avenida de Reina Victoria, frente al colegio del Buen Consejo (Agustinos). Daba gusto ver aquel 1-3-2-5, que eran las alineaciones de entonces, formado por Madinabeytia en la portería, Rivilla, Grifa, Calleja; Jayo, Glaría; Ufarte, Luis, Mendonça, Adelardo y Collar. Luego Mendonça se fue al Barcelona y empezó Gárate


Como os decía, en 1964 yo vivía en Blasco de Garay 41 (Argüelles). Calleja vivía en Fernando el Católico casi esquina a Guzmán el Bueno, a escasos metros de mi casa. En vacaciones iba a los entrenamientos al Metropolitano o al estadio de la Universidad Complutense, lugares donde se alternaban los entrenamientos del Atleti en aquella época. Luego, como buenos hermanos, compartían unas cañas y aperitivo en el bar “Los Chicos”, en Guzmán el Bueno esquina Fernández de los Ríos. Esos fueron mis primeros contactos con Isacio Calleja. En 1968 nos trasladamos a vivir a Chamartín, a la calle Agustín de Foxá. Al poco tiempo descubro que, en el portal de al lado, vivía Calleja y tiempo después también me entero que en ese edificio también vivían Alaska (colchonera) y su marido, Mario Vaquerizo. En los bajos de ambos edificios había una cafetería, “La Casuca”, donde coincidíamos muchas mañanas Calleja y yo y compartíamos un “cafelito”. Esas coincidencias, con el tiempo, pasaron a ser más habituales.




Años después me trasladé a vivir a Miami, pero, lógicamente, cada vez que podía regresaba a Madrid a ver a mis padres. Una de las primeras cosas que hacía al llegar era preguntar a mis padres y a Miguel (el por entonces encargado de “La Casuca”) por Calleja. Esa misma tarde, después de comer, muerto de sueño por el largo viaje desde Miami y por el cambio de horario, lejos de echarme una siesta, bajaba a “La Casuca” (ya Miguel le había comunicado a Calleja que yo estaba en Madrid ) y nos fundíamos en un emotivo abrazo y nos tomábamos nuestro café de rigor. Y lógicamente, hablábamos de nuestro querido Atleti. Luego, más tarde, antes de cenar, solía compartir un aperitivo con Alaska y Vaquerizo. El compartir café y tertulia con Calleja era un ritual cada vez que iba a Madrid. También, pero menos, lo era el aperitivo con Alaska y Vaquerizo. Os pongo en perspectiva. Ser del Atleti en Chamartín en esos tiempos era bien meritorio. Por eso nos respetaban tanto el resto de los parroquianos vikingos de La Casuca.


Difiero con Marca en algo. Dicen que en aquellos tiempos, no era común compartir fútbol y estudios universitarios. No estoy de acuerdo. Antes los futbolistas no ganaban las fortunas que ganan hoy día. Tampoco sus carreras futbolísticas eran tan longevas, por tanto, muchos en sus horas libres, estudiaban una carrera. En esos años éramos el equipo con más universitarios. Rivilla y Calleja, abogados, Gárate ingeniero industrial. Jabo Irureta, ingeniero de minas. Poco después tuvimos a Ignacio Salcedo, también ingeniero industrial. Excepto Irureta, que se hizo entrenador y algo Rivilla que era dueño de gasolineras CAMPSA, monopolio en esa época, el resto se dedicaron a ejercer sus carreras. 


Aún recuerdo coincidir con Calleja en el autobús 27, que cogíamos en la cabecera de Plaza Castilla y que bajaba por toda la Castellana hasta Atocha. Nos sentábamos juntos. Calleja de impecable traje y corbata y su maletín de cuero marrón, con solapa y hebillas, como eran antes, apoyado en sus piernas. Hombre sencillo. Se trasladaba mucho en transporte público. Se reía enormemente cuando pasábamos por delante del “Cuernabeu” y yo giraba mi cabeza para el otro lado para no ver semejante pocilga. Ese era Isacio Calleja, el hombre, no el futbolista. Hombre sencillo, amable, de sonrisa fácil. Humano y sobre todo, rojiblanco a muerte. Ayer se fue, para mi, no sólamente una gran leyenda de nuestro querido club, sino un hermano mayor, con el que tuve la suerte de compartir muchos cafés y muchas anécdotas del fútbol y de nuestro Atleti. Donde quieras que estés, serás bien recibido, porque fuiste y siempre serás muy grande. Te quiero mucho, hermano. Gracias por todo lo que compartimos. Algún día nos reencontraremos. Mientras tanto, te envío el saludo que siempre nos decíamos cuando nos reencontrábamos en La Casuca: ¡Aúpa Atleti!

P. D. He querido compartir con vosotros una parte de mi sentimiento rojiblanco que, para mi, también es un pedacito de historia de nuestro club. Tal vez esto, que hoy he tenido el placer de compartir con todos vosotros, explique, al menos en parte, la pregunta: ¿Papá, por que somos del Atleti ?

Juan
Miembro de la Peña Atlética USA de Miami