Por Fernando Llopis
Cada vez más hundido en el sofá, no puedo apartar la
vista sobre el resultado que muestra la televisión, mi “Atleti” pierde tres a
cero. Mi mujer, entonces mi novia, me dice que por qué no salimos a dar una
vuelta, que sólo hay una probabilidad de uno entre cien de ganar y que lo más fácil es que nos sigan marcando goles. Pero no me gusta dejar los partidos a
medias, ni cuando ganamos, ni cuando perdemos. Empieza la segunda parte y la
locura se desata en el Calderón, de pronto el Atleti se pone 2 a 3 y lo que era
improbable hace unos minutos simplemente ha pasado a ser posible. El milagro
sucede y se empata el partido, el empuje deja paso a los nervios ante la posibilidad de perder un partido que todavía sigue en juego.
Todo se complica cuando, en una decisión que nadie entiende, el árbitro expulsa a uno de los jugadores del Atleti. Faltan escasos minutos y
Romario cae en el área. Mi mente procesa rápidamente el futuro, inevitablemente
el árbitro pitará un penalti que nos dejará como tantas otras veces nadando
ferozmente para acabar muriendo en la orilla.
Pero no es así, y la pelota acaba en los pies de un polaco
de nombre Kosecki que inicia una carrera que parece no tener final. Uno tiene
tiempo de pensar en todo. A su izquierda el hoy director deportivo del club,
Caminero, le sigue, sacando fuerzas de no sé dónde. El polaco se la pasa a
Caminero que chuta haciendo imposible la estirada de Zubizarreta. Acabamos mi
padre y yo abrazados y deseando que se acabara aquello cuanto antes.
Son muchos años de atlético, que me impiden olvidar unas
cuantas gestas gloriosas, así como algunos desastres muy dolorosos. Es muy
posible que el miércoles no tengamos ninguna opción de ganar al Madrid en la
semifinal de la Champions. En cierta forma, quizá tenga menos importancia de lo
que parece, llegar a donde hemos llegado ha sido un logro y en el fondo es
nuestro sino: luchar, caer, volverse a levantar. Nos hemos caído tantas veces que ya no
podemos contar las que nos hemos vuelto a levantar y ahí estamos, con una
afición que durante quince minutos y tras una dolorosa derrota frene al Madrid y
una ajustada victoria, sigue animando al equipo. Parece impensable que eso
pudiera pasar en nuestro club vecino.
Aquel día frente al Barcelona, un amigo, también del Atleti
apagó la tele en el descanso y se perdió algo que para mí ya es imborrable. Era
una entre cien y aquel día salió una. Es muy probable que el miércoles salga
una de esas noventa y nueve, pero, por si las moscas, yo prefiero que ese día me
pille en el Calderón. Qué quieren que les diga, es el Atleti y si tenía miedo
que el Leverkusen nos remontara ¿porque no pensar que podemos darle un susto a
los del Madrid?
Fernando Llopis Pascual
@fernandollopis
Magnífico artículo para ilustrar uno de los grandes momentos de la historia del Atlético de Madrid. Ese día vino al Calderón uno de los mejores equipos del Barcelona que se recuerdan, con Zubizarreta, Koeman, Eusebio, Bakero, Guardiola, Laudrup y Romario, entre otros y dirigido por Johan Cruyff, para enfrentarse a un Atlético de Madrid convulsionado por los continuos cambios de entrenador al que sometía a la plantilla Jesús Gil. Si ya de por sí la empresa era difícil, el resultado al descanso la hacía prácticamente imposible, pero nuestro equipo se sobrepuso a las adversidades y, derrochando coraje y corazón, se hizo con el triunfo.
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